Seleccionar página

1. Sevilla (1882-1902)

Joaquín Turina Pérez nace en Sevilla el 9 de diciembre de 1882 en el seno de una familia de clase media. Su padre, Joaquín, de ascendencia italiana, nacido también en Sevilla en 1847, pintor, formado en la Escuela Provincial de Bellas Artes y miembro destacado de la escuela sevillana. Su madre, Concepción, nació en un pueblo cercano a Sevilla.

Con cuatro años adquirió la reputación de niño prodigio por sus improvisaciones con un acordeón regalado por una de las criadas. Recibió las primeras lecciones de música en el Colegio del Santo Ángel y acompañaba al coro de niñas de ese centro.

Cursa el bachillerato en el Colegio de San Ramón y empieza los estudios de piano con Enrique Rodríguez. A partir de 1894 estudia armonía y contrapunto con Evaristo García Torres, al que Turina siempre recordaba con cariño y admiración.

Sus primeros éxitos como interprete y compositor los obtuvo con un quinteto con piano que formó con unos amigos y al que dieron el nombre de La Orquestina para actuar en fiestas y reuniones. También tocaba el piano a cuatro manos con sus profesores.

Su presentación oficial ante el público fue el 14 de marzo de 1897, en la sala Piazza de Sevilla, en un recital organizado por la Sociedad de Cuartetos, en el que interpretó al piano una Fantasía sobre el Moisés de Rossini de Segismundo Thalberg. Las críticas de la prensa local destacan el éxito y la superación de las dificultades de la obra.

Diez meses después vuelve a actuar con éxito de crítica y público en la misma sala y empieza a explorar la composición para teclado o conjuntos de cámara. Su primera obra orquestal es Coplas al Señor de la Pasión, escrita para la Hermandad de Pasión y estrenada en la Iglesia del Salvador con una orquestita de veinte músicos, coro de hombres, tenor y barítono, dirigidos por el autor.

Su afán de crear una obra de mayor envergadura hace que con quince años escriba una ópera, La Sulamita, basada en un libro de Pedro Balgañón. El autor confiesahaber escrito y orquestado los tres actos de la ópera con todo entusiasmo y que creía fácil su estreno en el Teatro Real de Madrid. Más tarde celebraría que ese estreno no se realizara.

Iniciados y abandonados los estudios de medicina decide dedicarse profesionalmente a la música y su maestro García Torres le señala la necesidad de trasladarse a Madrid. Cuenta con el apoyo de su padre que deja incluso disposiciones testamentarias para que su hijo cuente con recursos para ampliar sus estudios fuera de Sevilla.

2. Madrid (1902 – 1905)

En marzo de 1902, a los tres días de llegar a Madrid, Turina acude al paraíso del Teatro Real para escuchar a la Orquesta de la Sociedad de Conciertos, bajo la dirección de Wassilly Sapelnikow, que ofrecía la primera interpretación en Madrid de la Quinta Sinfonía de Chaikovski.

De toda la vida musical madrileña serán los conciertos orquestales lo que más impresionen al joven Turina, por encima de la ópera, la zarzuela, los recitales o los conjuntos de cámara.

En este primer viaje a Madrid su padre moviliza a sus amistades, sobre todo al también pintor José Villegas, con el ingenuo propósito de que su hijo estrene su ópera La Sulamita en el Teatro Real. En una audición privada conocerá a Conrado del Campo del que luego sería compañero durante tantos años. Vuelve a Sevilla sin haber logrado su propósito y en el mes de octubre retorna a Madrid para quedarse durante tres años estudiando. Reanuda la relación con José Villegas, que en aquel momento era Director del Museo del Prado, se hace amigo del librero Fernado Fé, del crítico y compositor Manuel Manrique de Lara y, en el paraíso del Teatro Real, conoce a Manuel de Falla, al que le unirá una amistad de toda la vida.

El 14 de marzo de 1903 se presenta ante el público madrileño en el Ateneo, con obras de Scarlatti, Beethoven, Schumann, Wagner y tres obras propias hoy desaparecidas: La danza de los elfos, Variaciones sobre cantos populares y Gran polacca.

En Madrid no llega a dar ninguna clase de composición, seguramente porque no encontró a un profesor adecuado. En cambio perfeccionó su preparación pianística con José Tragó. Sigue componiendo obras para piano, un trío, un quinteto, un sainete titulado La Copla y otro, con libreto de los hermanos Álvarez Quintero, titulado Fea y con gracia.

Su vida personal cambia radicalmente entre 1903 y 1904 con la muerte de sus padres y la decisión de seguir el consejo de José Villegas de trasladarse a estudiar a París.

3. París (1905 -1913)

Turina se instala en París a finales de 1905, en el Hotel Kléber y por mediación de Joaquín Nin empieza a dar clases de piano y de composición con Moritz Moszkowski. A las pocas semanas, en enero de 1906, siempre a través de Nin, se inscribe en las clases de composición de Vincent D’Indy en la Schola Cantorum, aunque continua con Moszkowski como profesor de piano.

El 29 de abril de 1907 se presenta con éxito frente al público parisino en la Sala Aeolian. Junto al Cuarteto Parent, interpretaron Quintetos de Brahms y de Franck , y Turina en solitario presentó su Poema de las estaciones. A los ocho días vuelve a la misma sala con el mismo cuarteto para el estreno de su Quinteto en sol menor. La obra tuvo éxito, entró en el repertorio y fue galardonada en el Salón de Otoño del año siguiente. Al organizar su propio catálogo Turina considerará este Quinteto como su primera obra, ignorando todo lo escrito con anterioridad.

Pero el mejor premio fue que en la Sala Aeolian estaba Isaac Albéniz. Turina confiesa que la conversación con Albéniz y con Falla, que también estaba entre el público, en la velada que siguió a ese concierto le cambió completamente sus ideas estéticas. La define como la metamorfosis más completa de su vida.

Albéniz puso todo su empeño para que el Quinteto se editara y a cambio le hizo prometer a Turina que nunca más escribiría música de influencia francesa, que basaría su arte en el canto popular español, o, mejor aún, andaluz.

En su etapa parisina Turina escribe otras diez obras en las que poco a poco va distanciándose del ambiente de la Schola Cantorum para dar paso a los cantos, ritmos, luz y alegría tan característicos de su Andalucía natal.

En 1908 contrae matrimonio con Obdulia Garzón y dos años después nace el primero de sus cinco hijos.

En 1913 culmina su periodo de formación en la Schola Cantorum. El certificado de estudios firmado por Vincent D’Indy está fechado el 4 de marzo y el día 30 de ese mismo mes se estrena con enorme éxito en el Teatro Real de Madrid La procesión del Rocío por la Orquesta Sinfónica de Madrid bajo la dirección de Enrique Fernández Arbós.

El estallido de la Primera Guerra Mundial fuerza la salida de París y el retorno definitivo de Turina a Madrid.

4. Madrid (1914 – 1949)

Se instala en el que será su domicilio definitivo en la calle Alfonso XI n. 5 (hoy n.7) y el primer estreno que realiza, en octubre de 1914, es la comedia lírica Margot, op.11, con libreto del matrimonio formado por Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga, que serían su colaboradores habituales para las obras teatrales.

En enero de 1915 se hace un concierto en el Ateneo de Madrid para presentar a dos jóvenes músicos que acaban de terminar su formación en París: Falla y Turina. La producción de Turina se centrará en la música sinfónica, de cámara, canciones y, sobre todo, obras para piano, que dentro de su catálogo sobrepasan los sesenta títulos de los poco más de cien totales.

Además Turina mantiene una intensa actividad concertística, bien solo o con conjuntos de cámara o con cantantes. Como director de orquesta realiza los estrenos de sus obras Navidad (1916) y La adúltera penitente (1917), de la pantomima de Falla El corregidor y la molinera (1917) y en 1918 Serge Diaguilev le contrata como director de la gira de los Ballets Rusos por España.

Estuvo contratado como maestro concertador en el Teatro Real en las mismas fechas que, como compositor, estrenaba las Danzas fantásticas (1919), la Sinfonía sevillana (1920), Sanlúcar de Barrameda (1921), Jardín de Oriente (1923), La oración del torero (1925) y el Trío n.1 (1926).

También se dedica a la enseñanza de composición, primero de forma particular en su casa y, a partir de 1931, desde su Cátedra en el Conservatorio de Madrid y lo compagina con conferencias y clases magistrales, dentro y fuera de España. Y en la misma línea de aportación teórica hay que destacar, por su singularidad en el panorama musical español, la publicación en 1917 de la Enciclopedia abreviada de la música y, al final de su vida estaba preparando un Tratado de composición musical del que solo completó los dos primeros volúmenes.

En el año 1926 inicia la que será una constante hasta el final de su vida. La colaboración en la prensa escrita como crítico musical. Primero en El Debate hasta la desaparición del periódico en 1936. Luego en el periódico Ya y por último en el semanario Dígame. Después de la Guerra Civil española, que Turina pasa en Madrid, amparado por un carnet que le identifica como »empleado» del consulado británico, se le integra primero en una comisión encargada de la reorganización de los conservatorios españoles y luego se le nombra Comisario General de la Música, puesto desde el que impulsa la definitiva organización de la Orquesta Nacional.

La acumulación de empleos, ocupaciones y una enfermedad que iba haciéndose cada vez más evidente hizo disminuir mucho su producción musical. En los últimos nueve años de vida solo compuso 13 obras. La última de su catálogo es la pieza pianística titulada Desde mi terraza que lleva el número de opus 104 y está fechada en 1947.

Turina falleció en Madrid el 14 de enero de 1949.

Entre las evasiones favoritas del músico estaban la lectura y la fotografía, que siempre cultivó. En su primera época las tertulias de café, las reuniones con amigos, casi siempre con música, los paseos familiares por el cercano Parque de El Retiro y por el Madrid de los Austrias. Gran pasión por las procesiones: si le era posible acudía a Sevilla en Semana Santa. No era asiduo pero le gustaban los toros y el cine. Acudía, en compañía de sus hijos, a todo tipo de manifestaciones militares: desfiles, paradas, relevos. También con sus hijos le gustaba ir al circo y a las verbenas de barrio para subirse a la noria.

Alfredo Morán.

1. Seville (1882-1902)

Joaquín Turina Pérez was born in Seville on December 9th, 1882, into a middle-class family. His father, Joaquín, from Italian descent, was born in Seville in 1847, was a painter trained at the Escuela Provincial de Bellas Artes (Provincial School of Fine Arts) and was a distinguished member of the Escuela sevillana. His mother, Concepción, was born in a small town near Seville.

When he was four years-old he gained the reputation of being a child prodigy because of his improvised playing of an accordion that was given to him by a housemaid. He got his first music lesson at the Santo Ángel School and also accompanied the girls’ choir at that same school.

He studied high school at San Ramón School and began his piano lessons with Enrique Rodríguez. In 1894 he started to study harmony and counterpoint with Evaristo García Torres, who Turina always remembered with much affection and admiration.

Success first came to him as a performer and a composer with a piano quintet he established with friends and which was named La Orquestina, who performed at parties and gatherings. He also played four-hand piano with his teachers.

His official presentation to the public was on March 14th, 1897, at the Piazza de Sevilla, playing in a recital organized by the Sociedad de Cuartetos (Quartet Society), where he interpreted on the piano, Fantasia on Rossini´s ‘’Moses» , by Segismond Thalberg. The reviews by the local news stood out his success and the ability to overcome the difficulties of the piece.

Ten months later he played again successfully, for both the critics and the public, on the same place and it is when he began to explore the composition of the keys or chamber ensembles. His first orchestral piece was Coplas al Señor de la Pasión (Folk Songs for the Passion of the Lord), written for the Hermandad de Pasión (Passion Brotherhood) and premiering at the Church of El Salvador with a small orchestra composed of twenty musicians, a men´s choir, a tenor and a baritone, all of them directed by the author.

His desire to create a more important piece took him towards writing an opera when he was only fifteen years-old and which he named, La Sulamita, based on the book by Pedro Balgañón. The author confessed having written and orchestrated the three-act opera by giving all his enthusiasm, and thought it would be easy to premiere at the Royal Theater of Madrid. Sometime later he would celebrate that he never premiered it.

He initiated and later abandoned his studies of medicine and instead decided to dedicate himself professionally to music. His teacher, García Torres, showed him the need to move to Madrid. He had his father´s support for this, and his father even used testamentary dispositions so his son could have the resources needed to widen his studies outside of Seville.

 

2. Madrid  (1902 – 1905)


In March of 1902, three days after arriving in Madrid, Turina went to the magnificent Royal Theater to listen to the Orchestra of the Concert Society, under the direction of Wassilly Sapelnikow, who was offering the first interpretation in Madrid of the Fifth Symphonyof Chaikovski.
Out of all the musical life in the city of Madrid, the orchestral concerts were the ones that impressed young Turina the most, even more than opera, zarzuela, recitals or the chamber ensembles.

On this trip, his first to Madrid, his father was able to gather help from his friends, especially the painter, José Villegas, with the naïve intention of having his son premiere his opera, La Sulamita, in the Royal Theater. During a private audience he would meet Conrado del Campo, who later would become his partner for many years to come. He went back to Seville without succeeding on his mission and in the month of October he returned to Madrid to study for three whole years. He resumed his friendship with José Villegas, who at that moment was the Director of the Prado Museum, became friends with the bookseller, Fernado Fé, the critic and composer, Manuel Manrique de Lara and, within the paradise of the Royal Theater, he met Manuel de Falla, and they would become life-long friends.

On March 14th, 1903, he presented himself to the people of Madrid at the Ateneo, with works from Scarlatti, Beethoven, Schumann, Wagner, and three of his own works which have disappeared since: La danza de los elfos (The dance of the Elves), Variaciones sobre cantos populares (Variations on popular songs) and Gran polacca.

In Madrid he never took any composition classes, probably because he never found the right teacher. So instead, he perfected his piano preparation with José Tragó. He continued to compose piano works, a trio, a quintet, a sainete (farce or short dramatic composition) titled, La Copla (Folk song), and also, a libretto by the Álvarez Quintero brothers titled, Fea y con gracia (Ugly but funny).

His personal life changed radically between 1903 and 1904 with the death of his parents and his decision to follow José Villegas´ advice to move to study in Paris.

3. Paris (1905 -1913)


Turina established himself in Paris at the end of 1905, at the Kléber Hotel and through Joaquín Nin he started taking piano and composition classes with Moritz Moszkowski. A few weeks later, in January, 1906, and always through Nin, he signed up to take composition classes with Vincent D’Indy at the Schola Cantorum, although he continued under the tutelage of Moszkowski as his piano teacher.

On April 29th, 1907, he presented himself to the Parisian public at the Sala Aeolian. Alongside the Parent Quartet, they interpreted Quintets from Brahms and Franck, and Turina presented his Poema de las estaciones (Poem of the seasons). Eight days later he went back to the same stage and with the same quartet for the premiere of his Quinteto en sol menor (Quintet in so minor). The piece was successful, it was included in the repertoire, and was given an award at the Salón de Otoño on the following year. Because he was able to organize his own catalogue, Turina would consider this Quintet as his first piece, ignoring everything he had written before that moment.

But the best award he received at the Sala Aeolian was the presence of Isaac Albéniz. Turina confessed that the conversation he had with Albéniz and Falla, who was also present among the public, on the night after that concert would completely change his aesthetic ideas. He defined this moment as the most complete metamorphosis of his life.

Albéniz put all his effort behind the editing of the Quintet and in exchange he made Turina promise that he would never again write music with a French influence, and that he would instead base his art in the popular Spanish song, or better yet, from Andalusia.

During his Paris phase, Turina wrote ten more pieces of work that little by little started moving away from the Schola Cantorum environment to give way to songs, rhythms, light and joy that are so characteristic of his native Andalusia.

In 1908 he married Obdulia Garzón and two years later the first of his five children was born.

In 1913 he finished his training period at the Schola Cantorum. The school certificate signed by Vincent D’Indy is dated March 4th, and the 30th of that same month he premiered with a huge success at the Royal Theater of Madrid, La procesión del Rocío (The procession of El Rocio), with the Symphonic Orchestra of Madrid, and under the direction of Enrique Fernández Arbós.

The beginning of World War I forced his exit from Paris and the definitive return to Madrid.

4. Madrid (1914 – 1949)


He settled down at the definitive address on street Alfonso XI n. 5 (today n.7) and his first premiere occurred on October of 1914, with the lyrical comedy, Margot, op.11, with a libretto written by the married couple formed by Gregorio Martínez Sierra and María Lejárraga, who would become his regular collaborators for his theater plays.

On January, 1915, a concert was given at the Ateneo de Madrid to present two young musicians that had just finished their studies in Paris: Falla and Turina.
Turina´s production would focus on the symphonic music, chambers, songs, and especially, piano pieces, which within the catalogue surpass sixty titles out of more than one hundred in total.

Turina also maintained an intense concert activity, whether it was by himself, with chamber ensembles, or with singers. As an Orchestra Director he premiered his pieces, Navidad (Christmas) (1916) and La adúltera penitente (The penitent adulterer) (1917), from Falla´s pantomime, El corregidor y la molinera(1917) and in 1918 Serge Diaguilev hired him as the Tour Director of the Russian Ballet throughout Spain.

He worked as a Maestro at the Royal Theater at the same time as he premiered as a composer the following pieces: Danzas fantásticas (Fantastic dances) (1919), the Sinfonía sevillana (The Sevillian Symphony) (1920), Sanlúcar de Barrameda (1921), Jardín de Oriente (The Garden of the Orient) (1923), La oración del torero (The bullfighter´s prayer) (1925) and the Trío n.1 (1926).

He also dedicated himself to the teachings of composition, first with private classes at his home, and from 1931 on, from his Chair at the Madrid Conservatory, while at the same time he gave conferences and masterful classes in and out of Spain. On this same line of contribution to theory, we must stand out, because of his uniqueness in the Spanish music scene, the publication in 1917 of the Enciclopedia abreviada de la música (Abbreviated Encyclopedia of Music) and on his final days he was preparing the Tratado de composición musical (Musical Composition Treaty), but was only able to complete the first two volumes.

In 1926 he began what would become a constant until the end of his life, his collaboration on the written press as a music critic. First at El Debate, until the newspaper disappeared in 1936, later in the newspaper Ya, and lastly on the weekly magazine Dígame.
After the Spanish Civil War, which Turina spent living in Madrid and protected by a license that identified him as a »worker» of the British Consulate, he is first integrated in a commission in charge of reorganizing the Spanish conservatories and later he is named the General Commissioner of Music, a position that gave him the opportunity to make a definitive organization of the National Orchestra.

The accumulation of jobs, occupations and an illness that was becoming more evident each day limited his musical production. On the last nine years of his life he only composed 13 pieces of work. The last one of his catalogue is a piano piece titled, Desde mi terraza (From my balcony), which carries opus number 104 and is dated on 1947.

Turina died in Madrid on January 14th, 1949.

Among his favorite pastimes were reading and photography, which he always cultivated. On his first phase he enjoyed gathering at coffee shops to talk, get together with his friends, always surrounding himself with music, and family walks to the near Retiro Park and through the Madrid of the Habsburgs. He had enormous passion for the Processions, and anytime he could he would go see them in Seville during Easter. He did not go often but he liked bullfighting and going to the movies. He also liked to go with his children to the circus, the local open-air dances, and riding the Ferris wheel.